Ojalá
Hace mucho que no te escribo. Y, hace mucho que no me sentía
tan horrible como hoy. Hoy descubrí que todo es mentira, que no hay nada que
uno pueda cambiar, que eso del amor y la ternura son sólo palabras para
algunos. Son solo palabras inalcanzables, meras utopías para personas como yo,
por ejemplo.
Las personas como yo, sólo nacimos para espectadoras.
Para despertar lo más feo en los demás. Para provocar rechazo, porque aunque
lo intentemos, aunque abracemos, aunque acariciemos y aunque roguemos y muchas
veces lleguemos hasta rezar, siempre, pero siempre seremos el reflejo de lo
oscuro que puedan tener los demás.
No sé para qué nacen las personas como yo. Tal vez somos
demonios. Seguramente. Seres imperfectos sin luz que sirvan para reflejar un
mínimo de algo. Desagradables, imperdonables, marcados a fuego y con una
ventana gigante para que cada día veamos todo eso que está destinado a los
otros a los que tienen una función en este mundo, los no marcados, los únicos
que pueden.
La palabra muerte nunca dejó de sonar en mis oídos. Ojalá llegue.
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