Tu contacto en cadena de mensajes

Está lloviendo y es imposible no pensar en vos. No recordar aquella mañana en que te miré a los ojos por primera vez y el cielo, como hoy, también me inundaba de emociones. Cómo explicarte esta locura que desataste. Esta revolución literal que la siento en cada vibración de mi cuerpo cuando te evoco, la que significaste y me hizo perder el miedo a todo.
Almas afines, me dijiste, y no entiendo un carajo. No puedo resignarme a que fuera sólo eso. Una elaborada coincidencia generada por el universo ¿para qué? ¿Para qué me sirve este aprendizaje? ¿Cuál es el sentido si ni siquiera puedo decirte?... Me atraganto de ganas de todo con vos y  ahora.
¿Te conté que el mejor orgasmo de mi vida lo tuve soñando con vos? Desperté sabiendo que ya conocía cómo se sentían tus manos en mi cintura. Que cada yema de tus largos dedos ya me habían recorrido, seguramente en otra vida. ¿Te dije, que si lo intento hasta puedo oler nuevamente tu aroma? Que  soñar con que algún día pueda cobijarme en tus brazos es mi juego preferido? (lo  imagino varias veces al día).
A veces charlo con vos cuando te veo en línea. Te hablo y beso tu foto. Otras lloro, como ahora, porque no puedo hacer que me escuches.  Recuerdo cómo mi cuerpo tiritaba la primera vez, cuando me había lanzado  al vacío para  decirte una frase de Frida Kalo y vos te demoraste más de 40 minutos escribiendo una respuesta “acorde” a semejante desubicación. Fuiste tan preciso que aún no puedo releer mi respuesta porque me da vergüenza… (Semejante pelotuda).
La pava se enfrió… y tu revolución hoy me chupó la ternura. Sí, sabía que no mandarías un mensaje de cumpleaños. A veces uno no quiere saber.





Comentarios

Entradas populares